Y no me importa nada. Ice Star, 1 by Noe Casado

Y no me importa nada. Ice Star, 1 by Noe Casado

autor:Noe Casado
La lengua: spa
Format: epub
editor: Esencia
publicado: 2022-02-10T12:25:00+00:00


12.25

Miércoles, 5 de agosto de 2015

Despacho de Ezra

3.ª planta del Ice Star Club

Ezra

Tentado estoy de prohibirle el acceso.

Ahora mismo la estoy viendo a través de las cámaras de seguridad. Ahí está la peor bailarina erótica del mundo, riéndose con dos de las chicas mientras ensayan. No sé por qué insiste. La pole dance no es lo suyo.

Lleva un chándal holgado, nada de ropa ajustada, como las otras, ni gota de maquillaje y sus movimientos son un tanto torpes, pero a punto estoy de ir al cuarto de baño a meneármela.

Y lo que más me jode, dos de seguridad comiéndosela con los ojos. Hasta la fecha, dejo que los chicos fantaseen con las bailarinas, aunque saben muy bien que no pueden tocarlas. Si quieren desfogarse, que se vayan a otro club, nada de confraternizar dentro del Ice Star. Y si bien me resbala que miren a las chicas, o se hagan pajas pensando en ellas, no quiero que lo hagan con Milena.

No sé qué canción están usando para ensayar, algo que por lo general me importa bien poco, pues la idea es que ellas mismas busquen qué puede resultar más adictivo para los idiotas salidos que vienen cada noche al club a dejarse una pasta, y que, a pesar de tener dinero y llevar traje, son tan babosos como los que visitan los clubes de carretera.

Hoy, en cambio, siento una malsana curiosidad por averiguar qué música suena, porque Milena mueve los labios de una forma bastante explícita, sensual. Tal como me gusta que los ponga cuando me come la polla.

Estoy por bajar a la sala, arrastrarla hasta mi dormitorio y follármela u obligarla a que me la chupe hasta quedarme tranquilo. Serían unos preliminares cojonudos, pues me retaría con sus gilipolleces y después podría someterla a lo grande.

Debería controlarme, ahora mismo me muevo en el sillón, inquieto, y no me gusta que una mujer logre eso sobre mí. Es una especie de control invisible.

—Tenemos problemas —anuncia Jenica entrando en mi despacho.

Su cara lo dice todo, así que me obligo a ocultar lo que aparece en la pantalla, para evitar preguntas, y a prestarle atención.

Mi hermana deja sobre la mesa unos documentos y me señala unas cifras marcadas en rojo.

—Explícate.

—Al principio pensaba que no eran más que simples contratiempos, lo habitual. Una avería aquí, un descuido allá, un control inesperado... No obstante, en los últimos quince días hemos sufrido pérdidas importantes, ya que algunos camiones han sido interceptados.

Frunzo el cejo y me olvido en el acto de la psicóloga y su baile.

—¿Qué quieres decir?

—Sin olvidar que los ingresos por las apuestas han bajado más de un cuarenta por ciento —continúa ella.

—Joder...

—No es normal, Ezra.

—Claro que no lo es —convengo.

Miro las cifras y, tal como me indica Jenica, no estamos ingresando las cantidades acordadas, ya sea porque no han llegado las mercancías a puerto o bien porque los camiones han sido detenidos en tránsito. Eso significa que o la policía se ha puesto las pilas e incrementado la vigilancia, o algo está fallando en origen.



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